Un gigante colgadizo de acero hermana las provincias de Matanzas y Mayabeque, y consolida la maravilla de la ingeniería civil en Cuba. El Puente Bacunayagua constituye una oportunidad de vivir los accidentes de la naturaleza y la intervención del hombre en suerte de belleza que también puede resultar espeluznante. A más de un centenar de metros sobre el nivel del mar, El Bacunayagua cuenta con una longitud de más de 300 metros, 114  de extensión en su arco y 16 metros de ancho.

Debido a las condiciones del terreno, el ingeniero Luiz Saénz Duplace utilizó por primera vez en Cuba la técnica austriaca de semiarcos para puentes reforzados. En este caso particular, se construyeron piezas independientes de acero laminado que se hicieron girar hasta que se consiguó el engranaje correcto. Así, en septiembre de 1959 se dio a conocer al mundo este señorial paso entre dos provincias.

La obra en sí constituye una belleza, pues armoniza con el espacio natural, como si se reprodujera la mística de antiguos colgadizos. Mientras conduce por este paso singular, el viajero se deleita con la exuberancia del Valle del Yumurí al sur; al norte la huella de un río alguna vez caudaloso y a lo lejos la franja azul del mar Caribe. Impresionante vista que se completa con las palmeras pequeñitas al pie del arco, aves planeando por debajo del puente y las nubes, pareciera, que al alcance de la mano.

Para hacer estancia los turistas pueden escoger las diversas oportunidades que ofrece la provincia matancera entre hostales, hoteles y otras variantes de renta. Así pueden participar de un tour desde La Habana, capital de Cuba, hasta las hermosas y bien cotizadas aguas del principal balneario del país: Varadero. Incluso puede hacer un acto del viaje en  Mayabeque, surgida con la nueva división política administrativa.

por CubaHotel

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